10. LA ACTIVIDAD
INDUSTRIAL.
1. LA
INDUSTRIA Y SU EVOLUCIÓN.
El sector
secundario es el sector de la economía que agrupa las actividades
dedicadas a transformar las materias primas, total o parcialmente, en bienes de
equipo o productos de consumo. Incluye la artesanía, la industria, la
construcción, la minería y la obtención de energía.
España pertenece
a la segunda generación de países industriales de Europa, pues su proceso de
industrialización fue tardío, lento y con escasos focos (Cataluña, País Vasco…).
Esto se debió a los siguientes hechos: La escasa producción energética; La carencia de tecnología propia, que
hubo de importarse; ·La falta de inversores nacionales; La deficiente red de
comunicaciones y un excesivo peso de lo rural: el 70% de la población
activa era agraria, su nivel económico era bajo y –por tanto- no existía un
mercado interior que demandase productos manufacturados para estimular el
desarrollo de la industria.
Además, España vivió en este periodo
hechos muy perjudiciales para su economía como la Guerra de la
Independencia, la emancipación de las colonias americanas o
las guerras carlistas. Aún así aparecieron los primeros núcleos
industriales: Los Altos Hornos en Marbella y
Vizcaya y las fábricas textiles Catalanas.
Entre 1840-1931, fuimos –básicamente- abastecedores de
materias primas, sobre todo minerales, a otros países europeos; y sólo después nos incorporamos al grupo de países
productores de bienes industriales.
Desde 1960 hubo
un rápido desarrollo de la industria, ligado al Plan de Estabilización económica de 1959 y derivado de
la llegada de capital extranjero y la instalación de grandes
empresas multinacionales, además del beneficio que proporcionaron al país
las divisas que aportaban turistas y emigrantes, empleadas en la
compra de petróleo y la importación de bienes industriales. En estos momentos,
y para resolver el problema de la debilidad industrial del país, el Estado puso
en marcha los Planes de Desarrollo e
intentó difundir la industria mediante los Polos de Desarrollo, aunque con escaso éxito, pues la nueva
industria volvió a localizarse en las regiones con mayor tradición industrial y
sus áreas adyacentes, consolidando un modelo donde, por un lado, los espacios
más industrializados (Cataluña, País Vasco y Madrid) concentraron las
inversiones multinacionales; y por otro, la Meseta, Galicia, Extremadura y
Andalucía, mostraban una gran debilidad industrial.
La industria española se diversificó, pero siguió acusando grandes
problemas: dependencia energética, financiera y tecnológica, desequilibrios en
la implantación territorial de la actividad y una inadecuada estructura
empresarial por el dominio del minifundismo.
En 1974 España era la 10ª potencia industrial del mundo,
pero la Crisis del Petróleo de 1973 aumentó los costes de
producción y provocó una gran crisis industrial. La respuesta a ésta fue
la reestructuración industrial.
En 1984 se inició la RECONVERSIÓN de
los sectores en crisis y la reindustrialización. La primera se centró en
el sector siderúrgico, naval y textil, con el objetivo de reducir
la producción y el tamaño empresarial, modernizar la tecnología… y afectó
a grandes empresas del INI.
La reconversión disparó el paro. Para paliar el
problema se aplicaron los planes de reindustrialización con la
creación de las Zonas de Urgente
Reindustrialización (ZUR), que volvieron a concentrar la
inversión en las zonas más industrializadas y agravaron los desequilibrios.
A partir de
1991 asistimos a una nueva reconversión industrial impuesta por
Europa. Desde entonces, la política industrial española sigue sus
directrices. A cambio se eliminaron las ayudas estatales, se produjo el desarme
arancelario y se inició una política de privatizaciones de empresas estatales.
Las ayudas comunitarias ha potenciado la investigación, promoviendo los
programas de I+D o I+D+I, las inversiones en formación de mano de obra,
ayuda a pequeñas y medianas empresas, etc.
Actualmente, y
pese a que España es el quinto país de la UE en cuanto a volumen de facturación
del sector industrial, la industria española sigue mostrando grandes carencias
y una gran debilidad. La prueba es que sigue perdiendo peso en la economía
española: ya solo representa el 16% del PIB., y da empleo a poco más del 12% de
la población activa, muy por detrás del sector terciario.
2.-
FACTORES DE LOCALIZACIÓN INDUSTRIAL
La localización
de industrias no es un hecho casual. Se debe, sobre todo, a una decisión
empresarial basada en criterios de rentabilidad económica y buscando los mínimos
costes de producción. A la hora de decidir la localización entran en juego
factores de tipo físico y humanos, entre los que destacan los siguientes:
a) Factores
Físicos: Entre ellos destacan la proximidad o la garantía de abastecimiento de
materias primas y energía y las características físicas del territorio.
b) Factores
humanos: Entres éstos destacan la mano de obra, el capital, el transporte y las
comunicaciones, la proximidad de los mercados, la centralidad urbana y las
acciones políticas
Los factores de localización han cambiado con el tiempo. Antes se daba
mucha importancia a la proximidad a las fuentes de materias primas y energía. Con
el tiempo ha disminuido la importancia
del capital, la cercanía de mercados y mano de obra; se ha priorizado el
acceso a la innovación y a la información, y siguen siendo importantes las
infraestructuras viarias y la presencia de mano de obra cualificada.
2.1. Los factores
físicos. Analicemos a continuación estos
factores, atendiendo especialmente al apartado de materias primas y fuentes de energía, ya que no sólo son un
factor de localización, sino que en sí mismos son subsectores del sector
industrial.
Las materias primas. Han sido factor clave de
localización industrial y se clasifican según su origen:
a) De origen mineral. España ha tenido gran tradición
minera desde la Antigüedad, pero su sobreexplotación –en manos de compañías
extranjeras- desde mitad del siglo XIX dejó esquilmados los principales
yacimientos. Por eso, actualmente, excepto en rocas industriales, somos
deficitarios en materias primas minerales. Su extracción se realiza en canteras
o minas.
Encontramos cuatro grandes grupos: Minerales
energéticos (usados como fuente de energía: carbón,
uranio...); minerales metálicos, usados por las industrias
metálicas, químicas…, se ubican en el zócalo paleozoico y los rebordes alpinos,
por eso las CC.AA. con mayor producción minera son Asturias, Castilla- León,
Galicia, Andalucía (Sierra Morena y Penibética) y Cataluña; minerales no
metálicos, muy extendidos por el territorio y de los que España es
exportadora; y rocas industriales (mármoles, granitos, pizarras)
que se localizan según el mapa litológico (zonas calizas o silíceas) y se
destinan sobre todo a la construcción.
b) De origen orgánico. Entre ellas encontramos: Materias
primas de origen animal o vegetal, que tienen mucha importancia en la
agroindustria española y cuya localización es un reflejo de los mapas de
cultivos y aprovechamiento y usos del suelo en España; y materias
primas de origen forestal, que abastecen parte de la demanda de celulosa y
madera, de la que España es deficitaria. Las principales zonas productoras son
las comunidades del Norte, Cataluña y Comunidad Valenciana.
Las fuentes de
energía.
Las fuentes de energía se clasifican
en: renovables; que se obtienen de fuentes naturales
inagotables y cuyo uso no compromete su existencia, y no renovables;
aquellas que presentan reservas limitadas.
Entre las no renovables destacan: El
carbón. Abundó en las cuencas sedimentarias del Carbonífero:
Cordillera Cantábrica (Asturias, León, Palencia); Sierra Morena
(Peñarroya-Pueblonuevo) y Sistema Ibérico (Teruel). En el XX se fue
sustituyendo por el petróleo, pero en 1973 su uso se reactiva por la crisis de
éste. El 1 de enero de 2019 las apenas 12 explotaciones que quedaban en España
echaron el cierre, al agotarse la prórroga final dado por la C.E. a una
actividad económica deficitaria desde hace décadas.
El petróleo. Sigue siendo la primera fuente de
energía, al ser la base de la automoción, la calefacción, producción de
electricidad… Nuestra geología no favorece su presencia pero se encontraron
pequeños yacimientos en Burgos, Tarragona, Valencia... y se hacen
prospecciones, con poco éxito, en el Golfo de Cádiz y Canarias. La producción
propia apenas cubre el 0,2% de nuestras necesidades.
El uranio Se encuentra en las penillanuras
occidentales de la Meseta (Badajoz, Salamanca), pero necesita ser enriquecido
en EE.UU. o Francia, lo que nos hace dependientes en energía nuclear. En 1984
se decidió suspender temporalmente la puesta en marcha de nuevas centrales
nucleares (motivos de seguridad y problema de residuos). Es lo que se
llamó moratoria nuclear.
Actualmente existen cinco centrales
nucleares en explotación: Cofrentes (Valencia); Trillo (Guadalajara),
Vandellós II (Tarragona), Almaraz (Cáceres) y Ascó (Tarragona). Las dos últimas
tienen dos unidades gemelas, por lo que el número de reactores en
funcionamiento es de siete.
El gas natural. Nuestro país produce poco gas
(Vizcaya, Marismas de Huelva...) por lo que tiene que importarlo de Argelia,
Nigeria, Libia… y el Este de Europa.
Respecto a las energías
renovables cabe destacar: La energía hidráulica, cuya aportación
depende de las precipitaciones anuales, por lo que el máximo potencial está en
el Norte y el mínimo en el Sur y Este.
La energía eólica. Somos un país destacado en investigación, desarrollo y producción de
esta energía (5º país del mundo por potencia eólica instalada) que puede cubrir
más de la 1/5 parte de nuestra demanda de energía eléctrica en los más de 1000
parques eólicos, destacando ambas Castillas y Andalucía.
La solar España es destaca en tecnología solar,
aunque apenas cubre el 3% de la demanda energética. La suspensión de
subvenciones a esta energía en 2008 no ayudó a su desarrollo.
Mucha menos importancia tiene la energía
obtenida de las biomasas, la energía geotérmica,
o la maremotriz, que tiene potencial en la Costa Cantábrica,
Gallega y Canarias.
En cuanto a las
características físicas del territorio, es evidente que la
industria se asienta preferentemente en zonas llanas, con una especial
predilección por las depresiones de los grandes ríos, pero también en zonas
costeras, pues al beneficio topográfico se une aquí la existencia de puertos
que propician el abastecimiento y el comercio.
2.2. Con respecto a los factores humanos de la localización
industrial podemos señalar lo siguiente:
Uno de los factores que más determinó la actividad
industrial fue el capital, es decir, la existencia previa del
dinero necesario para poder invertir en la industria. Tradicionalmente, éste
procedía del comercio y la agricultura. En España, este último se limitó
enormemente por el problema de la baja productividad agraria y al fenómeno de
las desamortizaciones, que retrajo inversiones en la industria. Por eso, las
principales fuentes de capital se ligaron al comercio y a la aparición de
bancos de comercio e inversión en los que serían los principales focos
industriales del País: País Vasco: Banco de Bilbao (1856) y Banco de Vizcaya
(1901); Santander: Banco de Santander (1857); Barcelona: Banco de Barcelona
(1844), Banco de Sabadell (1881); Madrid: Sociedad de Crédito Mobiliario
(1856), refundada en 1902 con el nombre de Banco Español de Crédito (Banesto);
Banco Hispanoamericano (1900), Banco Central (1919)..
En la actualidad, por la importancia de las
multinacionales, la globalización y la deslocalización, el factor capital es
menos importante, pues este se traslada allí donde existen buenas expectativas
de negocio.
Otros factores que
afectan a la localización industrial son el
mercado, la mano de obra y la
centralidad urbana. Antes la industria, en función de coste del transporte,
se localizaba, bien cerca de las materias primas o bien cerca del mercado. El
primer caso nos explica la ubicación de los que fueron los grandes centros de
la industria siderúrgica entre País Vasco y Asturias, o la localización de
refinerías (Algeciras, Coruña, Tarragona, Cartagena) e industrias químicas
(Huelva, Barcelona, Tarragona…).
Pero en general,
hoy prima la cercanía al mercado, lo que favorece la localización industrial en
núcleos urbanos de mayor centralidad.
Las grandes aglomeraciones urbanas
proporcionan un amplio mercado, atrayendo
así a las industrias de bienes de consumo; se constituyen en importantes yacimientos de mano de obra especializada;
ofrecen mejores infraestructuras y
servicios; son el marco de desarrollo de
la tecnología y la innovación y favorecen el desarrollo de economías de escala, hecho muy valorado
para la instalación de industrias auxiliares. Todo ello favorece la
implantación industrial en las zonas más densamente pobladas del país, sobre
todo Madrid y la periferia costera.
En
cuanto al transporte, las industrias
se sitúan en lugares bien comunicados para facilitar la llegada de materias
primas y la salida de sus productos. Por eso, y gracias al desarrollo y mejora
de las redes de transporte, una parte importante de la industria se ubica en
los denominados ejes de desarrollo:
corredores que, siguiendo el trazado de importantes ejes de comunicación,
enlazan grandes aglomeraciones urbanas y se constituyen en zonas de desarrollo
demográfico e industrial.
Señalar, por
último, la importancia que en la localización industrial tiene la acción política. En el caso de
España ello es bien visible en la política industrial del franquismo, cuando a
través del Instituto Nacional de Industria (INI) y los Planes de Desarrollo, se
favorece el desarrollo industrial de unas zonas del país sobre otras,
consolidando los desequilibrios territoriales en materia industrial. Además, la
proximidad
a los centros de poder y de toma de decisiones (que siempre ha favorecido el
desarrollo industrial de Madrid) o la políticas de promoción industrial a
través de la concesión de ayudas y subvenciones de las administraciones, han
sido factores determinantes en la localización industrias. En este último caso,
las políticas industriales puestas en marcha por las Comunidades Autónomas han
intentado corregir parcialmente el problema de la penuria industrial de una
buena parte del país, sin demasiado éxito.
3. PRINCIPALES SECTORES INDUSTRIALES EN LA ACTUALIDAD.
Los sectores industriales se agrupan
según su antigüedad o grado de actualización. Así distinguimos entre los
sectores industriales maduros o tradicionales, los sectores dinámicos y los
sectores de vanguardia.
3.1. Sectores
industriales tradicionales.
La METALURGIA. Emplea metales como materia prima. Por
ser base de otros sectores, por su dimensión económica y generación de empleo,
es un subsector básico de la industria. En ella distinguimos:
· La SIDERURGIA. Tiene
dos modalidades: la siderurgia integral, que obtiene acero
en los altos hornos a partir de mineral de hierro. Se consolidó en
el País Vasco, para luego extenderse, impulsada por la creación de
acerías públicas del INI, al Mediterráneo (Altos
Hornos del Mediterráneo) y Asturias (Ensidesa); pero su tamaño
en relación con la demanda interna española originó su crisis y posterior
reconversión.
La siderurgia no integral obtiene
acero en hornos eléctricos a partir de la refundición de la chatarra. Al
contrario que la integral posee una estructura empresarial de menor tamaño, por
lo que resistió mejor la crisis. Actualmente su implantación abarca a País
Vasco, Cantabria, Navarra y Cataluña.
·Entre las industrias metalúrgicas no férreas destacan el aluminio y el cinc
en Asturias y el cobre en Huelva.
· La industria de transformados
metálicos está asociada a la pequeña y mediana
empresa y tiene mayor difusión espacial, aunque se localiza
preferentemente en País Vasco, Cataluña y Madrid.
·Mucho más reciente en el tiempo es la rama de electrodomésticos,
ligada a las industrias metalúrgicas. Su expansión fue paralela a las
transformaciones de la sociedad en los años 60, a la adopción de nuevas fuentes
de energía para uso doméstico (gases butano, propano y natural) y a la
generalización de la industria del frío. En principio, fue una industria muy
atomizada en empresas de tamaño medio, aunque después sería reestructurada
mediante procesos de concentración industrial.
·La CONSTRUCCIÓN NAVAL. Durante
el franquismo, y por iniciativa del INI, se crearon grandes astilleros en
enclaves significativos del litoral (Ferrol, Cádiz). Fueron grandes empresas
públicas (Astano, Empresa Nacional Bazán) especializadas en la construcción de
petroleros y graneros, con las cuales España ocupó un lugar de privilegio en la
lista de países constructores. Sin embargo, la crisis del
petróleo les afectó muy negativamente: por un lado, la
crisis reveló sus deficiencias estructurales, por otro, el encarecimiento
del crudo obligó a transportarlo en barcos de tonelaje medio. Así,
a partir de 1990 descendió la construcción de barcos y se aplicó una dura
reconversión industrial que generó desempleo, cuyos efectos sociales trataron
de paliarse con la creación de zonas de urgente reindustrialización
(caso de la bahía de Cádiz).
Este sector se concentra en la costa
cantábrica, gallega, suratlántica y Las Palmas de Gran Canaria.
Además, existen empresas de menor tamaño
dedicadas a la construcción de barcos de pesca o de recreo.
La INDUSTRIA TEXTIL,
CUERO y CALZADO. son muy importantes en el tejido industrial
español. El textil catalán fue uno de los pilares de la industrialización y
supo después adaptarse a los cambios en un proceso de concentración
empresarial. La industria de la confección está formada
por multitud de pequeñas industrias que, como las del calzado,
están muy dispersas, aunque dominan en Cataluña, Comunidad Valenciana y
Galicia. Tienen el problema de la competencia de los países emergentes, sobre
todo, asiáticos.
3.2. Sectores
industriales dinámicos.
Suelen ser actividades con un alto
componente tecnológico, que requieren grandes inversiones, capital
multinacional y grandes instalaciones fabriles. Entre ellos destacan:
·El sector del automóvil se desarrolló en España en la década
de 1960, siendo entonces uno de los impulsores del crecimiento económico.
Prosperó bajo la protección estatal y al amparo de las inversiones de grandes
marcas multinacionales y del INI, que valoró su gran influencia directa en la
economía y su capacidad de activar las numerosas empresas auxiliares
de las que recibe componentes.
España cuenta con importantes plantas de
fabricación de automóviles distribuidas por toda la geografía nacional (Madrid,
Martorell –Barcelona-, Vigo, Valencia, Valladolid, Zaragoza…) y es uno de los
sectores exportadores de nuestra economía. También sufrió los efectos de la
reconversión, centrada en el saneamiento técnico y financiero, con el concurso
de inversiones extranjeras y estatales.
·El sector de material ferroviario. Ha cobrado
impulso con el desarrollo de la red de alta velocidad, que ha colocado a España
como referente mundial, desarrollando proyectos en Rusia. Turquía, Brasil,
Arabia Saudita o EE.UU. Esta industria está muy concentrada en Madrid, Cataluña
y País Vasco.
·El sector químico incluye la industria
petroquímica y la química de transformación. La primera
tiene su base en grandes complejos industriales asociados a las refinerías de
petróleo (Tarragona, Huelva, Algeciras...). La segunda tiene mayor dispersión
espacial, aunque su localización preferente coincide con las regiones más
industrializadas del país: País Vasco, litoral levantino y área metropolitana
de Madrid.
·El sector agroalimentario ha
cobrado gran importancia. Se caracteriza por la diversidad en cuanto a la
naturaleza de los productos y la amplia distribución geográfica. En general
predominan las pequeñas y medianas empresas, vinculadas a las áreas de regadío,
aunque también existen grandes empresas multinacionales en ramas como los
derivados lácteos, el aceite, etc.
Otros sectores dinámicos son los de material y equipamientos eléctricos y
maquinaria y equipos mecánicos. Amos muy representados en Cataluña, País
Vasco, Navarra y Madrid. Destacar por último el sector de material de construcción, donde sobresale a cerámica por su elevada
exportación (Levante).
3.3. Sectores
de vanguardia.
A la vanguardia de la industria y con
clara proyección de futuro se hallan los sectores de tecnología punta,
cuyo desarrollo ha sido impulsado por la Administración, al ser imprescindibles
para los restantes sectores industriales. Su importancia radica en la gran
importancia que ha alcanzado la tecnología, pues el valor de los bienes
industriales no procede ya tanto de sus componentes materiales como en el de
los tecnológicos.
En energías renovables,
España es -sin duda- líder mundial, siendo importantes las empresas dedicadas a
las infraestructuras de transporte, extracción de crudo, electrónica
y TIC, productos farmacéuticos, telecomunicaciones por satélite, sector
aeronáutico, biotecnología o
hemoderivados.
Las principales industrias se localizan
en Madrid, Barcelona, zona de Levante, Sevilla, Málaga, Zaragoza…
4. DISTRIBUCIÓN
GEOGRÁFICA DE LA INDUSTRIA EN ESPAÑA.
La distribución de la industria en
España, desde sus orígenes, presenta fuertes desequilibrios territoriales,
siendo ello uno de los factores determinantes de las diferencias
socioeconómicas del país.
Desde el siglo XIX, la industria española
ha tendido a la concentración en áreas determinadas. Este fenómeno
se debió, en principio, a la disponibilidad de materias primas y fuentes de
energía como factor de localización industrial. Más tarde se fueron
consolidando las zonas según sus ventajas comparativas. Se diseñó
así un modelo de ocupación industrial polarizado en el
litoral cantábrico, Cataluña y Madrid. Estas zonas industriales, a
medida que iban creciendo, atraían nuevas empresas que se beneficiaban de la proximidad
a otras industrias, la concentración de la demanda, la dotación de servicios e
infraestructuras…
Este modelo alcanzó su plenitud entre
1965-1975, cuando el mayor crecimiento industrial, apoyado en la
política del I.N.I., se concentró en las grandes áreas metropolitanas.
A ello se unieron los efectos de los Planes de desarrollo, que
favorecieron la implantación y desarrollo de las grandes multinacionales del
sector químico y automovilístico, y –más tarde- la reconversión industrial, que volvieron a concentrar las inversiones
en los espacios industriales de mayor desarrollo.
El modelo comenzó a variar en los años
80 al aparecer problemas como el encarecimiento del suelo industrial,
déficit de infraestructuras, etc., frente a los cuales se ofrecía como
solución la descongestión industrial y la búsqueda de nuevos
emplazamientos. A ello ayudó la mejora generalizada de
los sistemas de transporte y comunicaciones y las medidas
de atracción industrial aplicadas por los gobiernos autonómicos. Todo
esto supuso la mayor difusión espacial de la industria.
Actualmente se pueden señalar en España
cuatro espacios industriales diferenciados: Las regiones de tradición
industrial; los ejes dinámicos de desarrollo; las regiones de industrialización
tardía y los espacios de débil industrialización. Cada uno de estos grupos
presenta claras diferencias:
a) Las Regiones
de tradición industrial tienen en común el haber sido el núcleo originario de la industrialización
y haber mantenido su importancia después, pese a haber sufrido las
transformaciones derivadas de la crisis y la posterior reconversión industrial,
Sin embargo, en ellas podemos distinguir entre:
• La
cornisa atlántico-cantábrica: País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia. Es
el mejor ejemplo de declive de los espacios tradicionales de la
industria española, al hallarse en retroceso, a consecuencia de la
crisis que afectó a los sectores tradicionales de la industria que
albergaba (metalurgia, petroquímica, naval) y cuya caída afectó muy
negativamente a las pequeñas y medianas empresas relacionadas con
ellos. Los núcleos fabriles se encuentran muy concentrados en el territorio.
• Las
áreas de Madrid y Cataluña (que sigue siendo la principal área industrial
del país), que pese a la crisis industrial siguen siendo los centros
neurálgicos de la industria Española. Sus respectivas áreas
metropolitanas han consolidado una potente y diversificada
industria que, en los últimos años, ha experimentado dos tendencias
opuestas: por una parte, la crisis y la reconversión de importantes
sectores industriales y, por otra, la revitalización de sus tejidos
industriales a partir de la instalación de establecimientos dinámicos
y de sectores de alta tecnología.
b) Los
espacios industriales en expansión. En ellos podemos distinguir dos grupos diferenciados:
• Los ejes de desarrollo. Son el resultado de los
procesos de difusión espacial de la industria a lo largo de corredores que
comunican áreas industrializadas y que contaban con antecedentes industriales
previos. El principal de estos ejes es el eje Mediterráneo, integrado
por la Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares. Acoge una industria muy
diversificada, con predominio de las PYMES de tradición artesanal y –a veces-
muy vinculadas a los recursos naturales del territorio (alimentación, calzado,
juguetes, textil…), que se beneficia del amplio mercado que le proporciona la
altas densidades de población en el litoral. También cuenta con grandes
factorías: siderurgia, automóviles…, en la Comunidad Valenciana; petroquímica
en Cartagena…
De gran importancia es también el eje
del Ebro, que aprovecha los beneficios geográficos de su situación entre el
País Vasco y Cataluña, y su buena accesibilidad a la Meseta para enlazar con
Madrid. Acoge industrias muy heterogéneas, que van desde las metalúrgicas en
Álava a la automovilística (GM) en Zaragoza, pasando por las PYMES de
alimentación, conservas vegetales… en Rioja y Navarra.
Además de estos dos ejes, hay otros
interiores, igualmente dinámicos, como el del Henares, que se extiende
desde Madrid hacia el norte; los de Ferrol-Vigo, Palencia-Valladolid, el del Guadalquivir, etc.
• Las áreas periurbanas. En numerosas ciudades se han consolidado áreas
industriales al amparo de la proximidad a los mercados y los
centros de distribución, las facilidades para adquirir suelo industrial, la
situación estratégica de las vías de comunicación... Estas instalaciones
forman franjas o coronas que concentran industrias
diversas en un espacio intermedio entre ciudad y espacio rural.
c) Las regiones de
industrialización tardía. Incluyen buena parte del interior: Ambas
Castillas y Andalucía. Las tres tienen en común que mantienen una importante
base agraria y que la industria está muy polarizada en los más importantes
núcleos urbanos Así, en Castilla y León destaca el desarrollo industrial
en Valladolid y Burgos, basado en la industria automovilística, y Palencia. Las
dos últimas se benefician de la prolongación del Eje del Ebro y la expansión
industrial del País Vasco y Cantabria.
Castilla-La Mancha presenta un
desarrollo industrial derivado del desbordamiento
industrial de Madrid, por eso su industria se concentra en el Eje del Henares
(Guadalajara) y Toledo.
Finalmente, en
Andalucía, que intenta aprovechar su carácter turístico y litoral, la
industria se concentra en cuatro áreas principales: Huelva (química), Sevilla
(metalurgia y alimentación), Cádiz (naval y petroquímica) y Málaga (metalurgia,
textil…) Sevilla y Málaga acogen importantes parques tecnológicos.
d) Los espacios de
industrialización escasa se
corresponden con las zonas interiores más occidentales del
país, sobre todo Extremadura, y
Canarias. En ambos casos la población ocupada en la industria es inferior al 10%. Extremadura (al igual que
todas las provincias interiores fronterizas con Portugal) es víctima de su
posición geográfica marginal, su baja densidad de población, la carencia de
infraestructuras y la falta de tradición industrial, acogiendo una pequeña
industria vinculada a los recursos naturales propios: alimentaria, corcho,
madera, cuero… En el caso de Canarias la falta de industria se relaciona con su
posición excéntrica, que encarece el transporte y dificulta el abastecimiento,
la penuria de materias primas, la falta de infraestructuras y el monopolio
económico del turismo. La industria se polariza en torno a los grandes puertos.
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