TEMA 5. LAS REGIONES BIOGEOGRÁFICAS DE ESPAÑA.
1. FACTORES DE LA DIVERSIDAD BIOGEOGRÁFICA DE ESPAÑA.
La Península Ibérica se caracteriza por una
extraordinaria diversidad biogeográfica. La riqueza de especies
existentes, a la que hay que añadir la propia del archipiélago canario, es
consecuencia de su localización y posición como encrucijada y lugar de convergencia
de las influencias atlántica y mediterránea, africana y europea. Todo ello,
está realzado a su vez por factores como:
·Climáticamente España se reparte entre
cuatro dominios climáticos: templado-frío, templado–cálido, frío (climas de
montaña) y subtropical, lo que permite una gran diversidad biogeográfica. El
clima mediterráneo es el más extendido y un importantísimo factor de
diversidad, tanto por los contrastes estacionales como por las gradaciones
espaciales, que permiten la aparición de biotopos diversos.
·La configuración de la
península, que contrapone el interior y el litoral, lugares donde es
importante la influencia oceánica y otros de acusada continentalidad, creando
así una diferenciación climática de claras repercusiones en la vegetación y en
la fauna.
·El relieve propicia la aparición de
numerosos hábitats, pues independientemente de la variedad topográfica
(montañas, depresiones, llanuras…), que crea distintas condiciones
biogeográficas, el relieve introduce efectos derivados de la altitud y de la
orientación (barlovento-sotavento, solana-umbría), que influyen en las
temperaturas, en las precipitaciones, en la humedad, la insolación, etc.
·El suelo es la capa superficial de la
corteza terrestre. Se compone de elementos en los tres estados: sólidos
(partículas minerales procedentes de la erosión de las rocas y la materia
orgánica viva o en descomposición); líquidos (agua) y gases (CO2).
En su formación y evolución intervienen una serie de factores: como la
naturaleza de la roca madre (suelos silíceos, calizos y
arcillosos), el clima (temperaturas y precipitaciones influyen
en su formación y evolución), la topografía, los seres vivos… Los
grandes contrastes litológicos y la diversidad de los suelos repercuten en la
distribución geográfica de las comunidades vegetales y animales, al tener que
adaptarse éstas a las condiciones del sustrato.
·La acción humana sobre el medio mediante la
introducción de especies (reforestación o repoblación forestal), lo que a su
vez provoca la degradación de especies y deforestación. Tengamos en cuenta que
la mayor parte de España está actualmente desprovista de la vegetación
originaria. Por ello, cuando nos referimos a la vegetación debemos distinguir
entre la realmente existente (vegetación secundaria) y la vegetación
potencial, es decir, aquella que existiría en condiciones naturales sin
intervención humana. La diferencia entre una y otra es una huella palpable de
la acción humana sobre el medio y tiene notables repercusiones en la fauna.
En consecuencia, la vegetación y la fauna ofrecen una
considerable diversidad y, si bien representan en mayor medida a los
ecosistemas mediterráneos, también se hallan presentes en nuestras tierras las
comunidades de la Europa atlántica. Lo mismo puede decirse de Canarias, cuya
privilegiada situación geográfica permite la existencia de un elevado número de
endemismos.
2.
CARACTERIZACIÓN GENERAL DE LAS REGIONES
BIOGEOGRÁFICAS EN ESPAÑA
En la Tierra existen grandes conjuntos florísticos
denominados reinos florales, que se subdividen en regiones. La Península Ibérica
forma parte del reino holoártico, que comprende las tierras
continentales al norte del trópico de Cáncer y consta de tres regiones
florales:
• La región boreoalpina (zonas más
elevadas de los Pirineos y la Cordillera Cantábrica).
• La región eurosiberiana (norte de la Península y algunos sectores del
Sistema Central e Ibérico).
• La región mediterránea (resto de la
Península).
• Pero, además, en Canarias se encuentra otra
región denominada la región macaronésica.
2.1. La región boreoalpina. En la montaña, la vegetación se dispone en pisos
con formaciones vegetales distintas en función de la altura y de la
orientación. Así se suceden el bosque, los matorrales (a partir de la altura
donde el frío impide el crecimiento de los árboles), los prados y las plantas
rupícolas adaptadas a vivir en las rocas.
2.2. La región eurosiberiana. Se caracteriza por una vegetación exuberante, como
corresponde a un clima de temperaturas suaves y humedad abundante y bien
distribuida a lo largo del año. Estas condiciones, unidas a las características
del suelo, permiten el desarrollo de un bosque caducifolio que alcanza de 25 a
30 metros de altura y cuya frondosidad reduce considerablemente el acceso de la
luz solar hasta el suelo, dificultando el desarrollo de los estratos arbustivo
y herbáceo.
2.3. La región mediterránea. El principal rasgo de la vegetación es su carácter
perennifolio, que deriva de las exigencias de adaptación al medio que impone el
clima. El clima mediterráneo presenta una sequía estival muy acusada a la que
se han adaptado las plantas desarrollando mecanismos para reducir la evapotranspiración
y alcanzar la humedad del suelo. Por eso, la vegetación mediterránea tiene
hojas pequeñas y de color cobre, y una raíz extensa y profunda que se hunde
vigorosamente en el sustrato.
2.4. La región macaronésica. Sus principales rasgos son la variedad florística y
la elevada proporción de endemismos. Esta diversidad procede de la unión en el
archipiélago de las influencias del mundo holoártico y mediterráneo con las
africanas, mientras que la insularidad ha fortalecido los caracteres autóctonos.
3. FORMACIONES VEGETALES
DE LA ESPAÑA PENINSULAR E INSULAR
La vegetación está formada por especies vegetales, de
las que en España hay unas 6.500 autóctonas, muchas de ellas endémicas. Estas especies se asocian en formaciones
individualizadas por su tamaño y aspecto. Hay tres tipos básicos: el bosque, el
matorral y el prado, que tienen distintas características en cada una de las distintas
regiones vegetales que se dan en España.
3.1. Región Eurosiberiana: Se desarrolla en zonas muy
húmedas, coincidiendo con la zona de clima atlántico,
es decir, una franja estrecha en el norte cantábrico y el noroeste atlántico,
aunque también podemos encontrarla en zonas de los Pirineos, Sistema Central y Sistema Ibérico.
El bosque típico es el caducifolio,
un bosque cerrado y bien desarrollado, con todos los estratos
(arbóreo, arbustivo y herbáceo), donde destacan el roble y el
haya. Además y debido a la introducción y sustitución de especies
forestales, encontramos otras especies, como el castaño (Galicia), pino
rodeno y sobre todo, el eucalipto, que ocupa grandes
extensiones en Galicia y Cordillera cantábrica.
En zonas donde el clima se hace más extremo y con
menos precipitaciones, hace su aparición el llamado dominio
submediterráneo, una transición hacia el clima mediterráneo de
interior. El bosque se compone de robles, quejigos, pinos e
incluso especies mediterráneas.
La desaparición de robledal y del hayedo en extensas
zonas, ha dado lugar a la aparición de diferentes tipos de vegetación: en un
primer momento aparece una formación de matorral (landa) a
base de acebos, más tarde deretamas y helechos y,
por último, de brezos y tojos.
Una formación particular típica de esta zona son
los prados naturales a base de gramíneas, que pueden obedecer a la falta de agua suficiente para
que se desarrolle el bosque o ser
el resultado de su degradación.
3. 2. Región
Mediterránea: Ocupa la zona del clima del
mismo nombre, tanto la costera como la de interior, excluyendo las zonas de
montaña.
El bosque climax de esta zona es el perennifolio
mediterráneo a base de una importante variedad de especies, incluso en
zonas del norte puede aparecer vegetación eurosiberiana.
El encinar es el bosque más
representativo y extendido de esta región. Su base es la encina
(Quercus ilex) pero posee un sotobosque muy complejo a base
de arbustos como el madroño, durillo, madreselva,
brezos… y salpicado de otras especies arbóreas: alcornoques, pinos,
algarrobos, acebuches.
Por las penillanuras silíceas del interior y zonas
aisladas (Gerona, Málaga, Cádiz…) encontramos el alcornocal,
de la misma familia que la encina, ocupa zonas más húmedas. Se asocia con la
misma encina, el quejigo (Quercus Faginea)o el castaño y
posee un sotobosque más pobre de especies acidófilas.
Debido a la intensa actuación humana, los bosques de
encinas y alcornoques quedan a veces reducidos a manchas no muy grandes y dispersas.
Además, en zonas degradadas se ha llevado a cabo repoblaciones
forestales con pinares (pinos carrasco,
piñonero) así como con eucaliptares que ocupan una
gran extensión en la zona del suroeste (provincia de Huelva).
Cuando desaparece el arbolado por degradación, aparece
la Garriga, un matorral donde la especie dominante es
la coscoja, que convive con jaras, brezos, romeros,
tomillos, etc. Si los suelos son ácidos (zonas silíceas), el matorral es
llamado maquia, de estructura más densa y cerrada que el anterior,
con especies como el brezo, el madroño, la jara, el lentisco,…
Si la degradación continúa aparece la formación que se
conoce erróneamente como estepa, que en las zonas más áridas se compone
de tomillo, esparto (o atocha), aulaga…, y en las que hay
mayor humedad de jarales y los brezales.
Por último en las zonas más áridas del sureste aparece
un tipo de estepa, que se conoce como espinal murciano, matorral
bajo y discontinuo a base de tomillo, hisopillo, esparto y gramíneas.
En este dominio merece ser destacada una formación
paraclimácica o secundaria conocida como DEHESA, una forma de transformación humana del medio natural,
pero al mismo tiempo donde se ha sabido transformarlo de una forma muy
inteligente. Se trata de un bosque ahuecado a base de encinas
y alcornoques que mantiene el estrato herbáceo y, parcialmente, el arbustivo, y
donde se ha compagina una explotación mixta ganadera, forestal y agrícola.
Ocupa sobre todo la zona de las penillanuras.
3.3. Región Macaronésica:
Se localiza en las Islas Canarias. La insularidad, localización en un
clima subtropical, muy afectado por el Atlántico, y la orografía montañosa,
sobre todo en las islas centrales y occidentales, le hace poseer una gran
variedad de especies vegetales y endemismos que van desde las
propias de una zona desértica (palmeras) hasta las de climas más fríos (pino,
sabina). Por ello es necesario estudiar esta vegetación siguiendo el
escalonamiento de la vegetación en las montañas, de manera que distinguimos
varios pisos:
a) Piso basal, de características claramente subtropicales y
áridas. Las especies que aparecen son claramente megatermas y xerófitas (el cardón,
la tabaiba, el tamarindo).
b) Piso intermedio, al
aparecer más humedad (vientos alisios) y un descenso en las temperaturas
aparecen especies arbóreas endémicas: el drago y la palmera.
c) Piso
termocanario, desde los 800 metros aparece el fenómeno “mar de
nubes”, que aporta una elevada humedad, mientras que las temperaturas siguen
descendiendo sin llegar a ser frías, por lo que aparece la laurisilva,
un bosque frondoso con gran variedad de especies con dominio del laurel. Cuando
este bosque desaparece, la formación de matorral que lo sustituye es el fayal-brezal.
d) Piso mesocanario, cuando las condiciones de temperatura se hacen más
frías aparece el pino canario con un sotobosque de retamas y jaras.
e) Piso supracanario, la aridez y las heladas se acentúan y hacen
imposible la existencia de árboles. Los matorrales y prados a base de
especies endémicas (retama del Teide, violeta del Teide, tajinaste rojo) son
los que dominan.
3.4. Reg. Boreoalpina: Se desarrollan en las zonas más elevadas de las
montañas, como en la cordillera Cantábrica y en los Pirineos. El factor
altitud y su relación con la temperatura, la exposición al sol o a los vientos,
hace que la vegetación se escalone en pisos. Para el estudio de esto se
utilizan unas representaciones gráficas llamadas cliseries.
Dependiendo a qué latitud y zona
climática se encuentren las distintas montañas van a darse varios
tipos de escalonamiento, pero siempre siguiendo unas pautas:
*Piso basal: aparecerá la vegetación propia de la zona.
*Piso montano inferior: a medida que se asciende
aparecen otras especies más adaptadas a la humedad y que no soportan demasiado
frío como es el caso de los robles y las hayas.
*Piso montano superior o subalpino: con especies más resistentes a temperaturas bajas
(pinares).
*Piso alpino: ante condiciones extremas el bosque desaparece y le
sustituye matorral y prados.
*Piso nival: Las únicas especies que pueden colonizar estas zonas
altas son musgos y líquenes.
4. LA INTERVENCIÓN HUMANA Y SUS CONSECUENCIAS GEOGRÁFICAS.
España, tanto en la península como en los
archipiélagos, posee una gran diversidad biológica: Es el país europeo con
mayor cantidad de especies vegetales, siendo muchas de ellas endémicas.
Sin embargo, los daños que el hombre provoca a la
naturaleza producen alteraciones de la biodiversidad: desaparición de especies,
peligro de extinción de otras, introducción de especies invasoras
que dañan a las autóctonas… Pero los problemas medioambientales son muchos más,
destacando la erosión y degradación del suelo, la contaminación de las aguas o
la presión urbanística.
Uno de los más graves es el de la erosión y
desertización provocada por la destrucción de cubierta vegetal y
la desaparición o degradación de los suelos. Ambos hechos
suelen ir unidos, pues la pérdida de suelo provoca la disminución de vida
vegetal e influye negativamente en la actividad agraria. El problema afecta a
2/3 del territorio español, y gran parte de las zonas costeras mediterráneas,
las Islas Canarias, amplias zonas de Andalucía oriental y central y puntos de
la Meseta y el valle del Ebro, están sufriendo problemas de desertización
y degradación del suelo por las siguientes razones:
·
Malas
prácticas agrícolas: Deforestación,
roturaciones de suelos frágiles, erosión por laboreo intensivo, mal uso de
abonos, fertilizantes, pesticidas y productos fitosanitarios, daños sobre las
zonas húmedas…
·
Quema de
rastrojos, que
protegen el suelo de la precipitación erosiva, facilitan la infiltración del
agua, y reducen la evaporación. Su eliminación favorece, por tanto, la erosión.
·
Sobrepastoreo. Cuando las plantas se exponen al
pastoreo excesivo, sin dar tiempo a su recuperación.
·
Incendios
forestales. Provocan
pérdidas de bosques, agresión a la fauna. Las cifras son alarmantes, pues la
mitad de los incendios son intencionados o provocados por negligencias.
·
Eliminación
de la vegetación autóctona por la
introducción de especies nuevas que alteran la cadena biológica y producen
trastornos en los ecosistemas.
·
Daños sobre
el litoral, sometido a
un desarrollo urbano agresivo, especulativo y carente de ordenación.
La degradación del suelo causa la desertificación: progresiva
adquisición de la categoría de desierto de un territorio debido a la acción
humana, por ejemplo, eliminación de la vegetación natural. Así, la
deforestación producida por las talas abusivas y los incendios
forestales, son en España la principal causa de desertificación. Se intenta
combatir con la repoblación forestal pero no siempre se ha hecho con buenos
criterios (a veces priman los intereses económicos, que llevaron a la extensión
de pinos y eucaliptos) y, aunque logra frenar la desertificación lo hace a
menudo a costa de la pérdida de biodiversidad.
En general, en España se ha generalizado la
preocupación por la conservación medioambiental. Esta tiene su antecedente en
la Ley de Parques Nacionales de 1916. En 1975 se promulga
la Ley de Espacios Naturales Protegidos, que crea, entre otras
figuras de protección, la red de Parques Nacionales y
Naturales. Actualmente está en vigor la Ley de Patrimonio
Natural y de la Biodiversidad de 2007.